Quim Monzó en la Feria del Libro de Madrid
Siempre hay que conservar un algo jodidillo, porque si no....
Por lo general, tengo la sensación de que una coincidencia de las de sábado por la mañana será del tipo:
a) me encuentro a mi hermano en un semáforo, poco después de haberle dicho que no podía ayudarle con la mudanza –“¡qué putada, tío, no sabes cómo lo siento...!”- porque iba a estar el fin de semana fuera;
b) precisamente la camiseta negra que dice “Yo también soy de Palestina” es la que sigue demasiado húmeda en la cuerda de tender y no hay quien se la ponga así, mientras que la verde-pistacho está dobladita y lista para ser usada;
c) la nevera está vacía, no he hecho compra en toda la semana, no tengo excusa para no hacerla en este momento;
y d) unos cuantos “etcs” más, jodidos e irreparables. Es verdad que, al menos en lo que a coincidencias se refiere, mis sábados por la mañana son una ventana al mundo del burgués de clase media que tanto me atormenta; pero aún así he decidido tener esos momentos no combativos también, por mi bien y el de aquellos que me rodean.
Pero este sábado en la mañana, contra el pronóstico del tiempo, la necesidad urgente de abastecerme de alimentos, y la preferencia personal de ir a la Feria del Libro un martes por la tarde junto a mi padre, me doy una vuelta por El Retiro. Accedo a los jardines por una de las entradas de Menéndez Pelayo, subo hasta el Paseo del Duque de bla,bla,bla... y ¡Ssssplash!, nada más sumergirme en el fluir errático de “mira-casetas” con patas, giro a la derecha y
Pero este sábado en la mañana, contra el pronóstico del tiempo, la necesidad urgente de abastecerme de alimentos, y la preferencia personal de ir a la Feria del Libro un martes por la tarde junto a mi padre, me doy una vuelta por El Retiro. Accedo a los jardines por una de las entradas de Menéndez Pelayo, subo hasta el Paseo del Duque de bla,bla,bla... y ¡Ssssplash!, nada más sumergirme en el fluir errático de “mira-casetas” con patas, giro a la derecha y
¡Coño, qué coincidencia, Quim Monzó firmando libros!.
Coincidencia, sí, porque no tenía ni idea de que iba a estar allí.
¿De qué habla un desconocido con un maestro del anti-tópico como Monzó? De tópicos, por supuesto: el siempre socorrido víacrucis del escritor de relatos para encontrar editor, las costumbres lectoras de la época, la mediocridad y/o la petulancia, etc.
¿De qué habla un desconocido con un maestro del anti-tópico como Monzó? De tópicos, por supuesto: el siempre socorrido víacrucis del escritor de relatos para encontrar editor, las costumbres lectoras de la época, la mediocridad y/o la petulancia, etc.
“No lo entiendo -me dice-, a la gente le debería gustar más leer relatos que otros géneros. Con la cantidad de cosas que hay que hacer hoy día, teniendo cine, teatro, Internet, los blogs, la buenas series de televisión -es admirador de "Los Soprano"-, la música... queda poco tiempo para cada cosa y sería lógico que se leyeran relatos, que se pueden acabar de leer de una vez”. A colación, hablamos de Raymond Carver y del hecho de que hubiera elegido escribir relatos cortos para así poder terminarlos, o eso afirmaba. “Yo tengo una teoría –añade Monzó-. Está claro que la mayoría de la gente que se compra un libro no lo hace para leerlo, sino para tenerlo y hablar de que lo tiene. Por eso, cuanto más grande y conocido sea el libro, mucho mejor”. “Yo tengo Guerra y Paz” en casa –le digo- para que me juzguen bien las visitas”.
Monzó ha pasado un época “de mierda”, con sus padres en un geriátrico en la recta final de sus vidas y, como él mismo dice, eso se refleja, aunque con humor, en Mil Cretinos, su última colección de relatos. En ese tiempo de acompañar a sus padres tomó muchas notas útiles para analizar al ser humano. Para Quim Monzó, el estado de ánimo, más allá de esta época difícil pasada suya, siempre se refleja en la atmósfera que envuelve la obra. Admite, claro, tener otros relatos anteriores más alegres, pero siempre conservando “un algo jodidillo, porque si no...”.
Para entonces, las dos señoras de Barcelona que tenía literalmente subidas a la espalda ya me hacen daño con sus miradas de cuchilla gillette y me tengo que despedir.
Monzó ha pasado un época “de mierda”, con sus padres en un geriátrico en la recta final de sus vidas y, como él mismo dice, eso se refleja, aunque con humor, en Mil Cretinos, su última colección de relatos. En ese tiempo de acompañar a sus padres tomó muchas notas útiles para analizar al ser humano. Para Quim Monzó, el estado de ánimo, más allá de esta época difícil pasada suya, siempre se refleja en la atmósfera que envuelve la obra. Admite, claro, tener otros relatos anteriores más alegres, pero siempre conservando “un algo jodidillo, porque si no...”.
Para entonces, las dos señoras de Barcelona que tenía literalmente subidas a la espalda ya me hacen daño con sus miradas de cuchilla gillette y me tengo que despedir.
¡Qué pena, a saber cuándo vuelvo a tener otra coincidencia como esta un sábado en la mañana!
Nota 1: he intentado ser lo más fiel a los diálogos que he podido, y creo que me ha ido bien. Lo he hecho, por un lado, por mantener un cierto rigor en el blog; por respeto, también; pero, sobre todo, porque Quim Monzó amenazó con entrar en el blog y desmentir todo lo que escribiera, e incluso acusarme de haberme ido sin pagar el libro, lo cual no puede ser cierto, porque las señoras de detrás no hubiera dejado pellejo en mi cuerpo.
Nota 2: si uno se fija en la foto, la coronilla que asoma por detrás de la pantalla de libros es la de Paul Preston. ¡Menuda caseta! Me la hubiera llevado a casa.
9 comentarios:
Estupendo testimonio. Monzó es un magnífico escritor, pero además es todo un personaje, con esa lucidez suya. La feria provoca coincidencias fantásticas: el 14 de junio, de 18.00 a 21.00 horas estarán firmando juntos en la caseta 263, solo unas casetas más allá de la mía (246), Medardo Fraile y Leopoldo María Panero.
Juan carlos,
No sabía eso. Pues allá que iré el día 14. Aprovecho que estás aquí para felicitarte por "Oficios". Los comentarios al respecto que he leído hasta ahora me han puesto los dientes largos. No lo tengo aún; pero comprenderás que prefiero esperar a que me lo dediques el día 14, que un libro con firmita y todo como que se disfruta más.
Ayer recibí un correo de Fuentetaja anunciando las últimas plazas para el curso Medardo Fraile – Javier Tomeo. Me ha dolido, pues este fin de semana no voy a poder estar en Madrid. Cada vez que lo pienso me amargo...
Espero que tu pierna esté curada ya.
Un abrazo,
David
S� gracias, hace ya tiempo que camino sin muletas. L�stima lo de ese curso.
Monzó es uno de esos escritores que me gustaría conocer en persona (para hablarle de tópicos también, seguro que no me libro.) Tengo la sensación de que es una persona peculiar.
Que pena que los perifericos madrileños no salgamos a la compra y, pase ando por el retiro, nos encontremos a Monzó firmando.
Los perifericos, si no sabemos, no vamos, claro. El día 14 como si sabemos, pues iremos.
Un abrazo
Esas coincidencias también ocurren. Las señoras de Barcelona de marras me decían: "mira que es casualidad que vemgamos a Madrid y nos encontremos aquí al Monzó y no en Barcelona -"Monssó", que dijeron ellas, claro.
Allí estaremos el 14. ALguien debería ocuparse de llevar una neverita de campo con cervecitas y licores, porque tiene pinta de que nos juntemos allí unos cuantos ¿no?
Un abrazo,
David
Cómo me hubiera gustado coincidir con Monzó, como en uno de los relatos de Mil Cretinos en los que coincide el autor novel con el autor veterano.
Muy bueno ese relato, de los que hacen pupa...
Grande Monzó, he hecho un gran repaso a sus títulos pero aún no he leído su último libro ¿recomendable?
Muy recomendable, Patricia. En esta colección se ve un Monzó más maduro, pero tan Monzó como siempre. Me parece una buena lectura. En lugar de contarte aquí una parrafada en la que repita lo que han dicho otros con buen criterio, puede ser una buena idea que leas las reseñas que de este libro han hecho algunos copañeros:
http://masacreenlosjardines.wordpress.com/
http://elhuecodelviernes.blogspot.com/2008/05/el-mejor-libro-de-quim-monz.html
Ya me contarás si te gustan los relatos.
Un saludo,
David
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