lunes, noviembre 23, 2009

‘Raymond Carver: A Writer’s Life’

No tenía ni idea, me acabo de enterar hoy mismo, de que se estaba cociendo una biografía (“Exhaustive and exhausting”, como la calificaba ayer Stephen King en un artículo publicado en The New York Times) de Raymond Carver. La autora de la biografía es Carol Sklenicka. No puedo deciros cuándo podremos hacernos con un ejemplar por estos lares, mucho menos en el idioma que nos separa. Pero a mí, que soy un cotilla reconocido, me apetece que alguien me la regale más pronto que tarde.
Lo único que puedo ofreceros, por el momento, es el siguiente extracto que he traducido para vosotros, corriendo el riesgo de acabar en Alcalá Meco por violar las leyes de la propiedad privada; pedazo de terrorista que es uno... y peligroso, llamad a Super López para que haga justicia:

"Pocos escritores americanos de relatos han sido tan reconocidos como lo fue Raymond Carver allá en la década de los ochenta. Por su sobriedad, sus insinuaciones en prosa coloquial sobre lo ausente y misterioso, los críticos le llamaban el padre de la ficción minimalista. Tanto escritores como profesores de escritura le reverenciaron e imitaron su estilo. Los lectores adoraban sus historias sobrias, a menudo divertidas, a veces transcendentales sobre la vida de la gente de clase trabajadora. Escribió acerca de sus problemas económicos, el alcoholismo, los matrimonios amargos, los hijos sin afecto; acerca de las crisis interiores, sordas, causadas por la mala suerte o la negligencia más que por la intención. Carver conocía ese territorio porque vivió en él durante gran parte de su vida.
Carver pago un precio alto por las experiencias que sirvieron a su arte.

Cuando recibió las pruebas de imprenta para su primer libro, Quieres Hacer el Favor de Callarte, Por Favor, Carver y su mujer, profesora de instituto, acababan de ser liberados de sus deudas por un "tribunal de bancarrota". Carver bebía vodka mientras corregía las páginas del libro en la mesa de su cuarto de estar en Cupertino, California.
El día después a la publicación del libro, en marzo de 1976, dos de los amigos de Carver llegaron temprano a su casa. No iban a celebrar el libro que se convertiría en finalista del Nacional Book Award. Iban a llevar en coche a Carver y a su mujer a una vista a los juzgados del condado; Carver había sido acusado de mentir para percibir el subsidio de desempleo. En el momento en que todos salían de la casa, Maryann Carver cogió un libro blanco y brillante del montón apilado sobre su mesa. El libro estaba dedicado a ella, fruto de sus diecinueve años de matrimonio. Maryann Carver se lo mostraría al juez como evidencia de que su marido era aún un hombre con futuro. Esperaba poder mantenerlo alejado de la cárcel. Explicaría que él era víctima de sus sueños incumplidos y del alcoholismo."

miércoles, noviembre 11, 2009

Un golpe de felicidad

Después de tantas líneas escritas buscando sin saber lo que quería encontrar, después de tanto tiempo escarbando en la arena, con la esperanza tonta y pueril de hallar en lo más hondo del subconsciente las ruinas de mi paraíso perdido y con ello una buena razón para seguir adelante. Después de todo eso, un día, tras un golpe de felicidad súbita, me cansé de mirar hacia abajo, de bucear cada vez más hacia dentro y regresé a mi casa. Punto y final. Se acabó el trabajo sucio. Se acabaron las excavaciones nocturnas, los flagelos solitarios, el aislamiento gozoso de quien cree poseer una certeza. Se acabó el darme la razón sobre los defectos ajenos, sobre las fallas humanas. Se acabó, un buen día todo eso se acabó. No más dolor auto-infligido, no más refugios tramposos, no más cuevas húmedas donde tumbarme a esperar que llegue el frío y me deforme los huesos. Me fui a casa a descansar. Se acabó el trabajo de campo, los sacrificios sin recompensa. Se acabó la tristeza: todo se acaba. Hoy, casi por primera vez, vuelvo a juntar letras, sin buscar nada, por el simple placer de juntar.

Frase de hoy

"Las palabras que prefiere el hombre corriente son las que permiten hablar sin tener que pensar". Dashiell Hammett.