miércoles, mayo 30, 2007

La ruta de Macondo o cuando el Espectáculo abraza la literatura.


Cuando menos que me asalte el escepticismo cada vez que las autoridades, de la mano de los empresarios, se sirvan de la literatura para vehicular sus fines de desarrollo y progreso. Quizá es que uno se ha vuelto tiquismiquis a fuerza de desengaños, y donde otros ven angelitos yo siempre veo algún demonio. Pero el viaje-retorno (después de 30 años de lejanía) de García Márquez a Aracataca (que se convirtió en Macondo, ese pueblo mítico en el que muchos hemos habitado con la imaginación gracias a este genio), sobre una locomotora, a bombo y platillo, al más puro estilo “Bienvenido Mr. Marshall” no me huele a homenaje, sino al humo de los fuegos artificiales.
Ocurrirá hoy en Colombia. Gabriel García Márquez, junto con otros 200 pasajeros (entre ellos algunos representantes políticos y otras personalidades aún por anunciar), arribará a su natal Aracataca, en el norte del país. Con este acto lanzan un proyecto turístico denominado “La ruta de Macondo”. Este corredor turístico, de unos 70km, volverá a unir Santa Marta con Aracataca, según el deseo, entre otros, de la aún ministra de Cultura Elvira Cuervo de Jaramillo y las autoridades locales.
No pongo en duda ciertas buenas intenciones, que de seguro las hay, a bordo de ese “tren amarillo”, empezando por la del propio García Márquez. Pero a mí me hace desconfiar esa “participación de todas las empresas de la zona, las carboneras, las bananeras, la Gobernación” que anuncia la gobernadora interina del departamento del Magdalena, del que Santa Marta es capital, Sandra Pubiano; y la intención promulgada de que "Más que beneficio para el sector hotelero, tenemos que pensar que se trata de una zona que puede ser un valor agregado para el turismo”, que ha declarado Omar García Silva, presidente de la Asociación Hotelera en el Magdalena.
No sé, no sé. Puede que el proyecto, si se estudia de cerca, tenga muchas bondades para los pueblos de la Sierra Nevada y la zona indígena, que realmente suponga progreso para sus habitantes... Pero yo lo pongo en duda. Cuando menos, repito, que me asalte el escepticismo. Además, por norma general prefiero mantener un cinturón sanitario alrededor de la literatura, pues es mejor evitar a toda costa el posible abrazo mortal del Espectáculo.

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"Las palabras que prefiere el hombre corriente son las que permiten hablar sin tener que pensar". Dashiell Hammett.