Elecciones Municipales: el triunfo de la deserción
Todos los sustentadores de rango de esta gran farsa dominadora que llaman democracia ya han opinado acerca de los resultados obtenidos en los comicios de ayer. La "fiesta de la democracia" -jamás pensé que escribiría semejante gilipollez, ni siquiera con intención irónica...- no ha dejado, al parecer, resaca a nadie. Unos más pronto y otros más tarde, todos ellos han sacado pecho ante los medios para asumir su particular victoria política. Al parecer la pugna electoral nunca fue un juego de suma cero, sino que aquí hay trofeo de consolación para todos. Sólo hacía falta ser buenos chicos, suaves como gatitos, y demostrar una falta de vergüenza inconmensurable para ser laureado. Así ha sido, como cabía esperar. Y en cierto modo hasta tienen razón al sentirse cuando menos satisfechos de sus logros, pues quien más quien menos ha rapiñado su pedazo de poder para continuar en la brecha, en el podio de los que tienen voz para desearle larga vida al statu quo que tanto daño causa y tanto rico alimenta.
Yo no me siento ni remotamente satisfecho de ninguno de los resultados, a pesar de que la opción por la que he hecho campaña se haya visto reforzada por un significativo -a mi parecer- ascenso con respecto a las elecciones del año 2003. Hablo de esa opción que los medios tratan como abstención y que yo promuevo como deserción.
Yo no me siento ni remotamente satisfecho de ninguno de los resultados, a pesar de que la opción por la que he hecho campaña se haya visto reforzada por un significativo -a mi parecer- ascenso con respecto a las elecciones del año 2003. Hablo de esa opción que los medios tratan como abstención y que yo promuevo como deserción.
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