miércoles, enero 07, 2009

Gaza

Estos días injustos vuelvo a recordar ciertos momentos de universidad, sobre todo cuando, ya en el segundo ciclo de carrera, tenía claro que quería especializarme en estudios internacionales. Hasta entonces no había estudiado NUNCA nada centrado en la historia de los países árabes, del Magreb, de la zona del Mediterráneo, etc. Nada, y sin embargo estaba harto de darle vueltas a la historia de Europa, de la Sociedad de Naciones, de las guerras mundiales, etc. Por estas fechas leía por primera vez al recientemente fallecido Huntington y su manido Choque de Civilizaciones. Estoy hablando de un segundo ciclo de universidad como primer momento de acercamiento académico real al mundo árabe y no sólo a sus relaciones más destacadas con nuestro bonito y predilecto occidente, y eso sólo por no haber elegido una especialidad tal como análisis político, en cuyo caso podría haberme licenciado sin saber nada del mundo que nos rodea. No sé a vosotros, pero a mí me parece extremadamente tarde para abrir los ojos y mirar al vecindario. Se supone que de aquellas hornadas de estudiantes deberían salir los futuros politólogos, ya con un criterio formado y eminentemente cojo. Reconozco que hasta entonces tampoco tenía prácticamente ni idea del conflicto árabe-israelí. Es la pura verdad, y a poco que uno pregunte a unas cuantas personas al azar se da cuenta de que eso es lo normal, no tener ni idea, haber escuchado cosas, aquí y allá, pero nada más profundo. Todo el mundo tiene una opinión al respecto, claro, aun sin tener argumentos para ello. Bueno, esto tampoco debe sorprendernos a estas alturas ¿verdad? Recuerdo la indignación que comenzó, que nació en mí y creció, al ir descubriendo cómo ese sentimiento de superioridad tan occidental (ese sentimiento que tantas veces ha hecho que nos olvidáramos de otros puntos de vista, de la dignidad y los derechos de otros pueblos...) había permitido que se gestara el conflicto hoy enquistado entre Israel y los países árabes. Entre los partidarios de la causa judía se daba por hecho desde sus comienzos que los paletillos palestinos estaban obligados ceder su espacio a la evolución de un pueblo refinado como el judío sionista (acabo de ganarme el apelativo de antisemita, seguro). Lo sencillo hoy es, haciendo gala del mismo sentimiento de superioridad demostrado en su día por una Inglaterra codiciosa y manipuladora de alianzas, por una Sociedad de Naciones paternalista y falsa, y de la falta de conocimiento de la historia de este conflicto, mirar a otro lado y hacer responsable a Hamás de la actitud asesina (qué bonito eufemismo el de los “asesinatos selectivos” que tan de moda están desde el año 2000, cuando Israel puso en práctica los asesinatos extrajudiciales que violaban la Convención de Ginebra) y aniquiladora de cualquier realidad Palestina que se cruce en sus planes perversos. Lo que está llevando a cabo Israel en Gaza estos días se llama terrorismo de estado y demuestra la falta absoluta de respeto hacia la vida de los civiles palestino. Sigue vigente el sentimiento de superioridad Israelí sobre la población Palestina, sentimiento avivado por el respaldo incondicional de los Estados Unidos de América y la falta de escrúpulos de la comunidad internacional para no elevar el tono ante la voz de su amo. Una vez más, y van demasiadas, la ONU ha demostrado su incompetencia y ha demostrado que está de más, que sobra, que su existencia carece de sentido. Por todo ello condeno con firmeza la barbarie y la actitud asesina del estado Israelí, acuso de complicidad a toda la comunidad internacional y muestro mi apoyo al mil veces humillado pueblo palestino.

13 comentarios:

Raúl dijo...

Sí. La desinformación nos convierte en temerarios.
Me veo fielmente reflejado en el retrato general del español (occidental) medio, que trata de componer, ya no una opinión, sino sobre todo un criterio, acerca del sempiterno confliecto de oriente medio.
Siempre le he tenido una natural simpatía al pueblo palestino, pero nunca le he tenido una animadversión singular al pueblo israelí. Y humildemente, creo que por ahí pulularía cualquier tipo de solución; en no tomar especial partido por un bando en concreto, sino por la lógica de la paz, la razón, y por aquello que todo el mundo menciona y que tan difícil es de conjugar; la concordia entre los pueblos.
¿Utopiía? ¿Tibieza y cobardía por mi parte al no mojarme? Vete tú a saber. Lo que tengo absolutamente claro, es que contra lo que hay que sublevarse, según mi opinión, es contra la violencia que generan todos los postulados radicales, tanto aquella que se ampara en la superviviencia de un estado (el ataque a la escuela de Naciones Unidas, no tiene perdón alguno) como aquella que nació y se mantiene viva gracias al odio al infiel.

Araceli Esteves dijo...

Buen alegato, Peter.
No se puede no tomar partido, Raúl. Las respuestas tibias (las de la mayoría de políticos, inclusive las del rey, ¿cómo no?) del tipo: deseamos que cesen las hostilidades en la zona, son una auténtica burla. Lo son cuando un pueblo está siendo masacrado con la connivencia de la comunidad internacional, simplemente porque el lobby judio es demasiado poderoso y no conviene ponerse en contra de ellos.

Raúl dijo...

Copio y pego la respuesta que he le dejado en su blog, al comentario que he recibido de "el pasado que me espera" (que impropio eso de llamarnos por los nicks) por aquello de no salirnos de la tribuna adecuada.
Era éste:

Tu respuesta a mi comentario, ha sido publicada en mi blog. No era el lugar más adecuado, dado el contenido de mi entrada, ciertamente, pero allí está.
Cuando me refiero a no tomar partido por uno u otro contendiente, no me estoy escapando de la condena firme a la barbarie, eso supondría una estupidez. Lo que intenté decir (consciente de que mis palabras anunciaban tibieza) era que soy incapaz de echarle las culpas de la génesis a uno u otro, de ahí que comenzara ese comentario en el blog de David, confesando mi desinformación para dar algo más que exceda de una humilde y pobre opinión.
Mi NO a la barbarie es contundente, parta de donde parta.
Abrazos.

Txell Sales dijo...

Es vergonzoso. Como si se estuviera repitiendo la segunda Guerra Mundial con los naipes girados y aún con información, el mundo y Europa impasible ante el posible genocidio. Indignante.

Anónimo dijo...

Bueno, parece que me va a doler la boca bloguera de tanto decir lo mismo en blogs amigos, dado que lo que aquí expones , Peter, vuelve a tocarme de cerca;
en efecto, no se puede no tomar partido, a ver.
La idea de Raúl es muy civilizada y bienintencionada, propia de de la gente de bien , no es censurable.
Yo misma antes podía pensar como él.
Pero desde que supe que los territorios de Palestina están OCUPADOS usando la fuerza y la superioridad , y que todo el conflicto procede de una invasión , con todas las de la ley , ya no se puede ser tan sereno y equilibrado.
Me explico;
si alguien hubiera decidido que España era para los judíos y hubieran usado muros para separar a mi familia de Madrid de mi familia de badajoz,por ejemplo, si hubieran desenterrado a muertos españoles para cogerles las huellas dactilares y estamparlas en escrituras de propiedad de casas rurales, durante el proceso de "colonización " (esto me lo contó un palestino exiliado en Sevilla, que se lo hicieron a su abuelo, bueno, se lo contó a mi ex , que entendía el árabe )quizá ya no podría tener opiniones budistas acerca de evitar la barbarie por encima de todo.
La barbarie se está produciendo desde que este pueblo antes gaseado y masacrado decidió gasear y masacrar a estos pobres moros que debieron aceptar cual ovejillas los designios de Yahvé , que por lo visto tenía el antojo de montar el chiringuito prometido en Palestina y no en USA , por ejemplo, porque aquella tierra , todos lo sabemos, no es Tierra "santa ", aunque viva el pato Donald en sus dominios.
Así que hay veces, en verdad, que la historia humana se escribe con sangre , como se escribió en Vietnam , cosa de cuatro días , total, machacar a unos cuantos chinos, pero no fue así , y estos cuatro moros no olvidan ni se tragan la humillación , y a los cohetes se les responde con tanques .
Es difícil ser niño en Gaza, porque no llegarás a adulto, porque tus padres no cantarán nunca tus canciones populares , porque no tendrás nada que celebrar , porque tus raíces están siendo borradas del mapa con el aplauso de los buenos del mundo dominante .
Yo, sólo digo que de ser palestina , no tendría sangre suficiente para derramarla porque es lo único que se tiene cuando te dejan sin nada.
Esto se llama GENOCIDIO y no caben medias tintas.
Aquí , con nuestra olvidada iglesia que nos hizo desterrar la religión hace tiempo y la tarjeta de crédito en el bolsillo, todo esto nos suena a películas de Van Damme .
Pero qué va.
Tiene que ver con con la eterna desgracia de ser humanos y no hacer nada por los indefensos .
Mil besos para todos los participantes en esta fila de comentarios.

y qué más da... dijo...

Tu respuesta, Raúl, me ha dado que pensar. A estas alturas puedo jactarme de conocer un poquito como piensas (llámame pretencioso...) y tu sentido de la justicia, que en buena medida comparto. Comprendo, compañero, tu lógico deseo de encontrar una solución a una situación enquistada, en la que se vislumbra una futura radicalización (aún más) de las posiciones más duras. Sin embargo, en el caso de este conflicto es imposible no tomar partido, puesto que la balanza está trucada para que el supuesto equilibrio favorezca al lado de Israel. Tengo la sensación de que el sentimiento generalizado frente a estas últimas atrocidades de Israel contra palestina guardan una cierta relación con esa postura tuya que llamas tibia, puesto que es obvio que nada se hace, ni desde los medios de comunicación ni por parte de los gobiernos, por dar a conocer la realidad de este conflicto, sus orígenes, su historia y los intentos de alcanzar un compromiso de paz.
La situación en Palestina es mucho más indignante de lo que los medios, la cultura dominante y la doxa en general nos presenta a diario. La táctica desinformativa que padecemos (y mantenemos, es cierto) consigue que nos resulte en exceso complicado acudir a la raíz del conflicto. El esfuerzo, entonces, debe ser nuestro, y no se facilita en absoluto la tarea. La clave de la (des) información está en la actualidad, en las cifras, en mostrar la realidad de forma fragmentada y con la etiqueta, eso sí, de la objetividad. Es decir, el tipo de información que recibimos nos facilita tener una opinión, pero no el conocimiento mínimo necesario para posicionarnos con criterio, y la supuesta objetividad no es más que el punto de vista dominante. La objetividad, de hecho, no existe, y a nadie le deseo que se crea en suma objetivo con respecto a algo, porque tal cosa no significa más que una peligrosa ceguera. Siendo así como se nos presentan las cosas, lo lógico es que la opinión pública tienda a condenar la “respuesta” de Israel a los ataques de Hamás por desproporcionada, salvando los casos extremos de perversión en que se considera a todo palestino un terrorista en potencia (hay quien piensa así, lo juro). En un sentido general, no es justo en estos momentos vapulear al ciudadano que, por un motivo u otro, cuenta con una información sesgada de la realidad entre Israel y Palestina. El ciudadano desinformado es, en última instancia, víctima de toda una maquinaria de desinformación. Esto no exculpa de responsabilidad al ciudadano, por supuesto, pues tenemos una responsabilidad moral y cívica de saber qué apoyamos y qué repudiamos y de no aceptar la perversión de nuestro sistema como inevitable, etc. Esa responsabilidad moral a la que aludo es la que hace que debamos centrar los esfuerzo no en atacar la posición “tibia”, sino en mostrar, por un lado, la fotografía completa del conflicto y, por el otro, desterrar la idea errónea de venganza (idea en todo caso incluso comprensible, pues hay que ser todo un Gandhi para dejarse matar sin odiar a tu asesino) y reforzar la idea de una solución, aunque sacrificada, aceptable. Hasta hoy las soluciones se han pesado en esa balanza trucada de la que antes hablaba. No hay antisemitismo en el apoyo a Palestina. No es una lucha contra el pueblo judío. Desde los comienzos, el apoyo al sionismo prometía conflicto. Como ya he dicho de alguna manera en la entrada principal, la mentalidad colonialista del momento no encontraba problemas morales en hacer a un lado a un pueblo palestino al que veía subdesarrollado y bárbaro. La inmigración sionista hacia palestina no sólo fue aceptada por la comunidad internacional, sino alentada. Como ha dicho Reyes, mejor era que quisieran ir a Palestina que ha Estados Unidos... La historia es demasiado complicada para intentar resumirla aquí. Tan sólo resaltar que no sólo se intentaba compensar el sufrimiento del pueblo judío con el apoyo al sionismo, sino que existían muchos otros intereses, algunos más ocultos que otros. Permitidme que no siga, pues me llevaría muchos días tratar de analizarlo todo aquí. Os recomiendo un pequeño esfuerzo para conocer la historia más a fondo, desde un paseo inicial y somero por la Wikipedia hasta una acercamiento más erudito a la materia (disculpadme, pero ahora mismo no cuento con referencias que aportar, salvo el libro de Alain Gresh: “Israel, Palestina. Verdades sobre un conflicto). Merece la pena, resolverá muchas dudas y drenará lagunas profundas. Reyes ha dado algunas claves importantes. Desde luego resultaría irreal, a estas alturas, pretender que se desmonte el estado de Israel, pero un proceso de paz no puede triunfar mientras no se pueda presionar a Israel a que cumpla los compromisos adquiridos. Las resoluciones de la ONU son papel mojado mientras el hermano mayor que la protege sea la superpotencia imperialista de Estados Unidos. No se puede pretender que Palestina acepte que Israel no se retire definitivamente de los territorios ocupados. No se puede pretender que Palestina sobreviva a la miseria mientras la compleja distribución de su territorio no haga posible ni siquiera el libre tránsito. La comunidad internacional, funcionando como una especie de “supermafia”, ha condenado a este pueblo a la miseria, la humillación y la guerra por la supervivencia. No promuevo el odio a Israel (auque reconozco que en los últimos años le he cogido una manía tremenda), sino la justicia para Palestina, que pasa irremediablemente por que Israel deje de comportarse como una potencia asesina y prepotente. Lo dejo aquí por ahora.
Un abrazo a todos

Raúl dijo...

Se te ha notado indulgente con mi postura, lo cual, como autor de este magnífico blog, te honra.

No tengo que descargar mi culpabilidad, pues no considero a mis palabras, un desacato a la lógica. Tú has resumido perfectamente el motivo de mi comentario, subrayando y ampliando, lo que yo insinué mediante una "elegante confesión"; nos falta información. ¿La culpa de ello? no hace falta que nadie me diga quien la tiene.

A mí me cuesta posicionarme contra los hombres o los pueblos, pues mi naturaleza (a pesar de la frialdad que me dan los años) me impide considerar el maniqueismo como una opción básica. No considero la existencia de buenos y malos y, por tanto, soy incapaz de defender seriamente y con rigor las posturas de los radicales (a pesar de que lo sean) provengan del bando del que provengan. Cosa distinta es posicionarme en favor de la paz, de la no violencia, y de los desmanes que la supremacia del poderoso cause en los más débiles.

Repito, que no tengo motivos personales para condenar a ninguno de los dos bandos, sí, evidentemente, para condenar sus acciones.

A partir de ello, no dudes de que tu entrada y tu posterior comentario, obrarán en mí la necesidad de "saber más".

Gracias, David.

Tercera Opinión dijo...

Hola, lo peor de todo esto es que parece que el pueblo judío ha olvidado su pasado.

Te invito a ver mi visión del conflicto a través de una foto de 1945.

http://www.terceraopinion.net/2009/01/04/el-hombre-con-el-pijama-de-rayas/

Un saludo.

y qué más da... dijo...

Raúl: Querido Raúl, no me gusta eso de ser indulgente, porque parece como si yo te estuviera perdonando alguna falta o pasando por alto algún error. Entiendo tu postura, aunque no la comparta al cien por cien. Sin embargo, creo que entre tu postura y la mía podemos encontrar más puntos en común que discrepancias. Mi condena no es al pueblo de Israel, sino a sus acciones. El problema es que Israel siempre ha actuado contra palestina de una forma arrolladora y despreciativa. Lo ha hecho y lo sigue haciendo. Por lo tanto, creo que no es una postura radical la que defiendo al condenar las acciones de Israel contra palestina hoy y en toda la historia, que ya va siendo larga, de este conflicto. El objetivo no es la condena a muerte de Israel, sino, para comenzar, el fin de la masacre. Segundo, hay que exigir que en la próxima mesa de negociaciones haya una intención clara de respetar al pueblo palestino, de devolverle su dignidad, reconocer sus derechos, compensar (claro que sí) al pueblo palestino por los agravios cometidos a lo largo de todos estos años y planificar un intento de convivencia futura. Mientras que Israel no acepte a palestina como un igual no avanzaremos nada. Cuando se escucha a alguien afirmar que sólo desea que se haga justicia, en realidad está hablando de “su” sentido de la justicia, que suele acarrear la necesidad de una cierta venganza. En este caso al menos, cuando yo hablo de justicia quiero decir nada más y nada menos que justicia.
Me ha parecido muy ilustrativo este texto que os copio aquí. Se trata de un fragmento de la carta abierta que en el año 2000, y bajo el título de “Un minuto antes de la próxima guerra”, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel-Aviv, Shaul Mishal, le dirigió al primer ministro Ehoud Barak. Os pido disculpas si encontráis algún error en la traducción, pero sólo he encontrado el texto en Portugués y he hecho lo que he podido...

“Cuando el polvo de la próxima guerra palestino-israelí o árabe-israelí se haya posado, con seguridad seremos los vencedores. Y usted, señor primer ministro surgirá entre el humo del campo de batalla para pronunciar los más brillantes elogios fúnebres ante la tierra todavía fresca de las tumbas. Igualmente podréis convencer a mucha gente de que se trataba de la más justificada de las guerras llevadas a cabo por los judíos. Será una guerra en la cual ganaremos todas las batallas, pero estas victorias no harán más de devolvernos al punto de partida. ¿Quién mejor que usted sabe que cuando la última batalla haya terminado y nos veamos de nuevo obligados a sentarnos a la mesa de negociaciones con los palestinos y los representantes de los países árabes, con los norteamericanos, los europeos y quizá también con la comunidad internacional, será para discutir de las mismas dolorosas cuestiones territoriales, de Jerusalén y del derecho de los refugiados a regresar?”

y qué más da... dijo...

Tercera Opinión: Muy bueno tu blog, me ha gustado. te he respondido allí a tu comentario.
Un saludo

Baco dijo...

Un comando de ETA ha sido detectado en un edificio de Basauri. Los principales dirigentes de la "organización independentista" estan reunidos en un piso controlado por el ejército europeo.

14-1-09
La decisión se tomó hace días. Han esperado a que todos estén dentro.

00:22:00
Siguiendo instrucciones, un alto mando del ejército europeo acciona el botón. Un misil se dispara a decenas de kilómetros de allí. Podemos ver su estela, podemos visionar su objetivo.
Aún así, vemos lo que quieren que veamos.

00:22:46
Una explosión reduce a polvo el edificio. Ninguna huella muestra calor en los radares térmicos.

Objetivo conseguido.
El comando ha sido aniquilado.
Éxito, casi absoluto.
Tan sólo daños "colaterales", algunos de ellos, "incompatibles con la vida".

Esas imágenes no las muestran. La familia Basurto (madre y dos hijos de ocho y tres años), los Ochoa (abuelo, padres, hijos, nietos), los Arranz... diecisiete vidas segadas.

¿El fin justifica los medios?

¿Qué pasaría si aquello ocurriese aquí?

¿Impensable?

¿Vale la vida de un palestino menos que la vida de cualquier otra persona?

P.S. Sólo pretendo provocar una reflexión.

y qué más da... dijo...

BACO: Me gusta tu reflexión y la forma en que provocas la nuestra. No puedo estar más de acuerdo contigo. Pero no te quepa duda, compañero, de que una vida Palestina no se cotiza igual que una europea en los mercados de los derechos humanos. Creo que esto ha quedado demostrado hace tiempo, y lo hemos comprobado muchas veces recientemente, en las últimas demostraciones de desprecio por el "otro" llevadas a cabo por las fuerzas de los países occidentales.

Me has dejado de piedra con ese eufemismo de los daños colaterales "incompatibles con la vida".

Sigamos haciendo posible la reflexión, con la intención vehemente de que se traduzca en acciones.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hey, I am checking this blog using the phone and this appears to be kind of odd. Thought you'd wish to know. This is a great write-up nevertheless, did not mess that up.

- David

Frase de hoy

"Las palabras que prefiere el hombre corriente son las que permiten hablar sin tener que pensar". Dashiell Hammett.