Tocada de Pelotas
Hay quien hereda la sonrisa de su madre, la altivez de su bisabuelo o los problemas gastrointestinales de la rama paterna de la familia. Unos nacen con hambre, otros con un panecillo bajo el brazo y algunos, alevines de explotador quizá, con los papeles de propiedad de la panificadora entera. Yo, entre otras peculiaridades físicas y de carácter (de lo material nada de nada, ni falta que hacía), he heredado la prudencia vergonzante de mi padre, la altura incómoda de mi tío abuelo Salvador (quien, de grande que era, nunca pudo calzarse unos zapatos, ni botas de goma, y se tuvo que conformar con alpargatas de esparto que se hacía a la medida, algo que le costó la vida al pisar un cable de alta tensión en los astilleros de Cádiz; pero esa es otra historia) y una indiferencia pasmosa, que yo he elevado al rango de desprecio, por lo que llaman “los deportes”, o sea, la afición a los espectáculos y otros eventos relacionados con la actividad deportiva. Lo reconozco, nunca he visto un Madrid-Barça, ni un Barça-Madrid (tanto monta...). A lo mejor es por eso, y por lo poco competitivo que he sido siempre, que no entiendo la necesidad de calzarle una letrilla espantosa al “Chundi-Chundi” de marras para que los deportistas se desgañiten sintiéndose representantes de la patria.
No estoy del todo seguro de si es por cuestión de herencia también, pero a mí el único himno que me ha gustado en mi vida ha sido el de Riego, y es que en mi familia siempre ha habido algún que otro de izquierdas, y a mi me ha tocado ser el de esta generación.
¿Una letra para el himno? Otra tocada de “pelotas”. Si la Marcha Real no tiene letra, no es sino por cuestiones políticas. En un territorio de enfrentamientos políticos (y algo más...) a causa de los nacionalismos centralistas o periféricos, de la legitimidad monárquica, de la herencia candente de una guerra civil y cuarenta años de dictadura patriótica (herencia difícilmente superable gracias al mantenimiento y la proliferación de los símbolos diferenciadores como la bandera de los vencedores, por poner un único ejemplo), pretender llevar a las Cortes, a través de la vía de la iniciativa popular, un texto patriótico que “no ofenda a nadie” me parece una idea cuanto menos estúpida y, desde luego, nada inocente o ingenua. En este país la única pieza que aún consigue unirnos a todos en un abrazo fraternal es “Paquito el Chocolatero”, que, por si alguno no se ha dado cuenta, no tiene letra, salvo el ¡eh!, ¡eh! que le añaden los más exaltados.
Hay muchos aspectos de esta idea estúpida que me han asombrado; pero podría resaltar el hecho de que sean el COE y la SGAE quienes porten las velas de este entierro. No me extraña que la primera tentativa haya acabado en fiasco, que se haya puesto el grito en el cielo, y que a día de hoy el COE haya decidido dar marcha atrás con semejante despropósito.
No estoy del todo seguro de si es por cuestión de herencia también, pero a mí el único himno que me ha gustado en mi vida ha sido el de Riego, y es que en mi familia siempre ha habido algún que otro de izquierdas, y a mi me ha tocado ser el de esta generación.
¿Una letra para el himno? Otra tocada de “pelotas”. Si la Marcha Real no tiene letra, no es sino por cuestiones políticas. En un territorio de enfrentamientos políticos (y algo más...) a causa de los nacionalismos centralistas o periféricos, de la legitimidad monárquica, de la herencia candente de una guerra civil y cuarenta años de dictadura patriótica (herencia difícilmente superable gracias al mantenimiento y la proliferación de los símbolos diferenciadores como la bandera de los vencedores, por poner un único ejemplo), pretender llevar a las Cortes, a través de la vía de la iniciativa popular, un texto patriótico que “no ofenda a nadie” me parece una idea cuanto menos estúpida y, desde luego, nada inocente o ingenua. En este país la única pieza que aún consigue unirnos a todos en un abrazo fraternal es “Paquito el Chocolatero”, que, por si alguno no se ha dado cuenta, no tiene letra, salvo el ¡eh!, ¡eh! que le añaden los más exaltados.
Hay muchos aspectos de esta idea estúpida que me han asombrado; pero podría resaltar el hecho de que sean el COE y la SGAE quienes porten las velas de este entierro. No me extraña que la primera tentativa haya acabado en fiasco, que se haya puesto el grito en el cielo, y que a día de hoy el COE haya decidido dar marcha atrás con semejante despropósito.
Como consejo, si algún futbolista analfabeto quiere canturrear al son de la música antes de los partidos de la selección, que improvise, que se deje llevar por esa herencia satírica que sí compartimos todos en estos lares, que mente a la suegra o al jefe, y que deje al cesar lo que es del cesar.
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