Soñando, con el agua al cuello
Os pido disculpas de nuevo (no sé cuántas van ya, ni las que quedan...) por mi ausencia. En esta batalla diaria de la obligación contra el deseo, la obligación está arrasando con mi campo de los sueños. Hasta los monstruos están emigrando a lugares más apacibles. Las horas escleróticas no dan más de sí y mis intentos por liberarme de esta trampa del “vivir” me hacen hundirme aún más en las arenas movedizas de lo que “hay que hacer”, de lo razonable, de lo útil, lo práctico, lo seguro, lo urgente, etc. Con qué gusto mandaría a la mierda el trabajo, por ejemplo. Sólo con esto me quedaría espacio suficiente para moverme felizmente por mi vida, por la vida de quienes están en mi vida ¡ufff! ¡Y qué quejica soy! Bueno, pero calma, calma. Antes o después voy a encontrar la manera, como las otras veces. Qué otra cosa puedo deciros. Con una cucharilla y paciencia se sale de cualquier prisión ¿verdad? Perdonadme, pues. No por no haber estado aquí (egolatrías y narcisismos aparte), sino por no haber estado en vuestros blogs, leyendo lo que tenéis que contar, alimentándome con vuestros nutrientes culturales y vuestra experiencia. Por que yo, queridos amigos, soy un impostor, un fraude. Quizá sea el momento de hacer esta confesión. Me alimento de vosotros y después saco pecho. Soy de cartón piedra, soy el papel con que se podrían envolver los regalos que no se hacen, soy como los peces y las mariposas a quienes la evolución ha dotado de aletas y alas con colores y formas que simulan unos ojos grandes, gracias a los cuales aparentan un tamaño mucho mayor ante los depredadores. Porque vosotros, queridos amigos, sois a mis ojos el reflejo de una gran depredador, a rayas, felino, peligroso y mortal. Soy un fraude –queda dicho ya- porque no soy quien digo ser, no soy fuerte, apenas soy tan sólo para dejar de ser. Si acaso un intento frustrado de un Yo, un hombre con pies de barro, una alimaña en su madriguera, un ser, eso sí, al que al menos le queda la satisfacción de poder vomitar estas palabras. Gracias, amigos míos, por sujetarme la cabeza. Seguiré aquí otro poco más, sacando pecho, pero que nadie, desde hoy, se sienta engañado.
13 comentarios:
No seas tan humilde, compañero.
Se te saluda efusivamente, e incluso se te brinda un virtual flotador, por aquello del nivel del agua.
Abrazos.
Estoy con Raúl: no seas tan duro contigo, David, quien más, quien menos, todos somos un fraude, todos nos alimentamos de los demás.
Y para dar fe de mi impostura, transcribo unas frases de la novela Nadja, de André Breton, que acado de leer, y que he recordado al leerte:
"Y que no se me hable, después de esto, del trabajo. Me veo obligado a aceptar la idea de trabajo como necesidad material; a ese respecto, me inclino decididamente en favor de su mejor, es decir, de su más justa repartición. Que las siniestras obligaciones de la vida me lo impongan, sea; pero que se me pida que crea en él, que reverencie el mío o el de los demás, nunca. Prefiero, una vez más, caminar durante la noche a creerme aquel que anda durante el día. De nada sirve estar vivo si en necesario tranajar. El acontecimiento del cual cada uno está en el derecho de esperar la revelación del sentido de su propia vida, ese acontecimiento que tal vez yo aún no he hallado pero por cuya senda voy, no se logra al precio del trabajo".
Un abrazo (esto ya no es de Breton, sino mío).
Un abrazo, compañero, y no te agobies.
¿Ves como esto de escribir tiene algo (mucho) de exorcismo?
Otro abrazo, también vampírico, como tu post.
"Soy un fraude (...) porque no soy quien digo ser, no soy fuerte, apenas soy tan sólo para dejar de ser. Si acaso un intento frustrado de un Yo, un hombre con pies de barro..."
Y entonces surgieron las palabras. Aquellas que mejor hablaron de tí. Palabras que hablaban de pobreza pero que te hicieron grande. Palabras que medían tu pequeñez y a nosotros nos ensalzaron con la grandeza de tu alma. Y nos enseñaron a mirar el mundo como lo miras tú. Y aprendimos a mirar desde el barro.
Hazte pequeño siempre, para ser grande. Que sólo la humildad cubra el esplendor de tu alma. Sé grande desde tu barro.
Y escribe.
Defiende tu soledad, esa en la que estás, sé fiel a eso que pide ser sacado del silencio, descubre la verdad que pasa en el secreto seno del tiempo, porque eso que no puede decirse es lo que se tiene que escribir.
No cierres esta ventana, nosotros, lo de este lado, sabemos esperar.
ensalzaron = enlazaron
Pero al final, no quedó mal la idea... el inconsciente es así.
Raúl, Viajero, Baco, Ana...: Muchas gracias por vuestro apoyo. Creía que mi meta era poco ambiciosa. Quería al menos disponer de algo tiempo y fuerzas para escribir, lo justo; pero veo que era un quimera. Habrá que pelear por ello otro poco.
Gracias a todos de nuevo.
Besos y abrazos
Espero que puedas llegar a un acuerdo con tu trabajo y tus obligaciones, que encuentres un momento para respirar y escribir un poco.Y por nosotros no te preocupes (creo que hablo por todos) que pareceremos grandes depredadores pero no somos más que hurones que vamos robado unos minutos de nuestras oblogaciones,cogiendo tierra de aquí y de allá para hacer unas cuantas frases. Por no hablar de los escarabajos peloteros, que van por la vida arrastrando su obra completa
Espero que puedas llegar a un acuerdo con tu trabajo y tus obligaciones, que encuentres un momento para respirar y escribir un poco.Y por nosotros no te preocupes (creo que hablo por todos) que pareceremos grandes depredadores pero no somos más que hurones que vamos robado unos minutos de nuestras oblogaciones,cogiendo tierra de aquí y de allá para hacer unas cuantas frases. Por no hablar de los escarabajos peloteros, que van por la vida arrastrando su obra completa
Todos necesitamos fustigarnos un poco de vez en cuando ( pero no seas tan duro contigo mismo).Las obligaciones nos impiden ser dueños de nuestro tiempo, es verdad.
Pero tal como anda el patio, poder quejarse del trabajo es casi un lujo.
Un abrazo.
Ojo, David,
por ahí se empieza a tolerar el minúsculo o nulo y autocompleciente infravalor por uno mismo y, total, para qué? si seguimos viviendo.
Entre lo que más nos roba el tiempo y la ocasión, a mi ver, está lamerse las heridas.
Me ha gustado encontrarte y espero volver.
Te comprendo totalmente, mis obligaciones de trabajo me atrapan, no se tiene tiempo y si ansiedad. Estos tiempos tan ràpidos...
Cómo vamos, David?
Todos somos un fraude. Echamos de menos el tuyo...
Publicar un comentario