“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada.”
Así comenzaba “El Guardián entre el Centeno”, la obra más famosa de Salinger, la que lanzaría a este escritor a la fama mundial, a convertirse en un escritor de culto. El libro Traspasaría las fronteras para convertirse en una obra internacional que dejaría su huella en el siglo XX y que aún es venerada por miles de entusiatas de todas las edades. Personalmente volví a leer esta obra hará aproximadamente dos años y disfruté de ella más que nunca. Lo leí en voz alta, calentándome con esos primeros rayos de sol que en el sur de la península le invitan a uno a abandonar los hábitos invernales. Mi mujer escuchaba lo que yo leía, cuando aún no era mi mujer... pero esta es mi historia y no es el momento de narrarla.
Tampoco es el momento de narrar la de J.D. Salinger. En su opinión, al parecer, nunca lo habría sido. Un hombre “raro y esquivo”, como el mismo creyó que la gente le calificaba, siendo este el precio que debía pagar para proteger su intimidad y su trabajo de escritor. Así era Salinger, quien ha muerto en la misma casa de Cornish, New Hampshire, en la que llevaba recluido, por voluntad propia, desde hacía mucho tiempo, con la insana intención de entregarse a la escritura por entero.
En verdad, debía ser una persona horrible, un atormentado, un huraño, un egoísta.. de un modo tal que me da miedo pensar en el tipo de persona en el que yo mismo podría haber llegado a convertirme (si le quitamos la nada despreciable porción de gran talento que él sí tenía) si me hubieran faltado ciertos contrapesos en mi vida. Pero esto vuelve a ser mi historia, y no quiero contarla hoy.
Lo que quería hacer era dedicarle un poco de mi preciado tiempo a este hombre falto de abrazos (no sé, digo yo...) y otro poco a quién decida emplear algo del suyo (de su tiempo, aunque ambién acepto abrazos) en leer estas líneas y las que siguen. No se me ha ocurrido mejor modo de hacerlo que traduciendo una de las pocas entrevistas que Salinger concedió en su vida.
Pidiendo siempre disculpas por los errores, ya que lo he traducido a vuelapluma, y con la inconsciencia de quien no sabe si habrá alguna ley por ahí que me condene por no haber averiguado si debo pedir permiso para traducirla, a continuación os dejo con una porción de la vida de Salinger hecha entrevista:
J. D. Salinger Habla de su Silencio
Por LACEY FOSBURGH
San Francisco, 2 de Nov. De 1974 – Molesto por la publicación no autorizada de sus primeros trabajos, los cuales nunca habían sido recopilados anteriormente, el autor ermitaño J.D Salinger rompió su silencio público de más de 20 años la semana pasada para realizar una denuncia y revelar que él se entrega al trabajo de escribir unos textos que no deberán publicarse en toda su vida.
En conversación teléfonica desde Cornish, New Hampshire, lugar del que ha hecho su hogar, el autor de 55 años cuyas obras publicadas más recientementemente, “Levantad, carpinteros, la viga del tejado” y “Seymour: una introducción”, vieran la luz en 1962, dijo:
“Hay una paz maravillosa en el hecho de no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar resulta una terrible invasión de mi intimidad. Me gusta escribir. Adoro escribir. Pero escribo tan sólo para mí mismo y para mi propio placer”.
Aproximadamente durante una media hora, después de que dijera que pretendía hablar “sólo un minuto”, el autor, quien alcanzó la fama literaria y el culto devoto avivado por su inaccesibilidad tras la publicación de “El Guardián entre el Centeno” en 1951, habló de su trabajo, de su obsesión por la intimidad y sus pensamientos inciertos sobre publicar.
La entrevista con el Señor Salinger, quien fue a ratos cálido y encantador, a ratos cauteloso y voluble, parece ser la primera desde 1953, cuando le concedió una al representante, de 16 años, del periódico de la escuela de Cornish.
Lo que empujó al Señor Salinger a hablar ahora, en la que dijo ser una noche fría, lluviosa y ventiscosa en Cornish, fue el hecho al que se refirió como la última y más grave de todas las invasiones de su mundo privado: la publicación de "The Complete Uncollected Short Stories of J. D. Salinger, Vols. 1 and 2."
Durante los últimos dos meses, cerca de 25.000 copias de estos libros, al precio de entre 3 y 5 dólares cada volumen, han sido vendidas primero aquí, en San Francisco, después en Nueva York, Chicago, y demás lugares a lo largo y ancho del país, según el Señor Salinger, sus abogados y editores.
“Algunas historias, mi propiedad, han sido robadas”, declaró el Señor Salinger. “alguien se ha apropiado de ellas. Se trata de un acto ilícito. Es injusto. Imagine que tenía un abrigo que le gustaba y alguien fue a su armario y se lo robó. Así me siento”.
El señor Salinger escribió las historias, incluidas dos sobre Holden Caulfield, el afligido héroe sensible de “El Guardián entre el Centeno”, entre 1940 y 1948 para revistas como The Saturday Evening Post, Colliers y Esquire.
Anticipando sus últimos escritos, tratan acerca de jóvenes soldados solitarios y chicos que comen yemas de huevo, chicas con sonrisas “adorables y afectadas” y críos que nunca reciben cartas.
“Se venden como churros”
“se venden como churros”, dijo un editor de San Francisco. “Todo el mundo quiere uno”.
Mientras que “El Guardían entre el Centeno” aún se vende a una media de 250.000 copias al año, los contenidos de los libros no autorizados han estado disponibles hasta ahora en los archivos de revistas de las grandes bibliotecas.
“Las escribí hace mucho tiempo”, dijo el Señor Salinger acerca de las historias, “y nunca tuve la intención de publicarlas. Quiero que mueran de pura muerte natural.”
“No estoy intentando ocultar los desatinos de mi juventud. Simplemente no creo que sean merecedores de ser publicados.”
Desde el pasado abril, copias de "The Complete Uncollected Short Stories of J. D. Salinger, Vols. 1 and 2" han sido supuestamente vendidas en persona a las librerías a 1,50 dollares cada una por hombres que siempre dicen llamarse John Greenberg y dicen venir de Berkeley, California. Sus descripciones han variado de ciudad en ciudad.
Uno de estos vendedores a domicilo le dijo a Andreas Brown, gerente de Gotham Book Mart, en la ciudad de Nueva York, que ni él ni sus asociados esperaban meterse en problemas con este negocio no autorizado porque, como relató el Señor Brown, “siempre podrían negociar con los abogados de Salinger y prometerles que no lo harían más”.
El Señor Brown, quien describió al joven como “un hippie, del tipo intelectual, un típico estudiante de Berkeley”, dijo: “Le pregunté por qué lo hacían, y él dijo que era un fanático de Salinger y pensaba que estas historias debían estar disponibles para el público”.
“Le pregunté qué creía que sentiría Salinger, y él dijo, ‘Pensamos que si hacíamos los libros lo suficientemente interesantes a él no le importaría”.
Gotham rechazó vender los libros y alertó al señor Salinger sobre las publicaciones no autorizadas.
“Es irritante”, dijo el Señor Salinger, quien dijo que aún posee los derechos de autor de esas historias. “Es realmente muy irritante. Estoy muy disgustado con todo esto”.
De acuerdo con Neil L. Shapiro, uno de los abogados del autor, la publicación o venta de las historias sin la autorización del Señor Salinger viola las leyes federales sobre el copyright.
El pasado mes se interpuso una demanda civil en la Corte del Distrito Federal, en nombre del Señor Salinger, cotra "John Greenberg" y 17 importantes librerías, incluida Brentano's, alegando la violación de las leyes sobre el copyright.
El autor solicita un mínimo de 250.000 dólares por daños y perjuicios.
Desde entonces ha sido prohibida la venta de estos libros no autorizados y, según el Señor Shapiro, aún defienden el posible pago por daños en un rango de 4.500 a 90.000 dólares por cada libro vendido. Se han previsto, dijo, medidas legales adicionales contra las librerías en otros lugares del país.
El misterioso editor y sus socios son aún desconocidos.
“Es incredible que ninguna ley ni agencia del orden puedan hacer nada al respecto”, dijo el Señor Salinger. “¿Qué pasaría si te roban un sucio y viejo colchón de tu buhardilla? Lo encontrarían. Pero ni siquiera están buscando a este hombre”.
Argumenta su oposición
Argumentando su opsición a la republicación de sus primeros trabajos, el Señor Salinger dijo que eran fruto de una época en la que comenzaba a involucrarse en la tarea de ser escritor. Habló de una tarea ferviente de escritura, de tener “la intención de colocarlos (sus trabajos) en revistas”. De pronto se quedó cayado.
“Esto no tiene nada que ver con el tal Greenberg”, dijo. “Aún intento proteger la intimida que me queda”.
A lo largo de los años, muchos periódicos y revistas de tirada nacional han enviado a sus representantes a su rancho en Cornish; pero el autor se daba la vuelta y seguía caminado si le abordaban en plena calle. Advirtió a sus amigos de que los abandonaría si hablaban de él con los periodistas. Han existido artículos sobre su buzón de correo, sus compras y su vida de ermitaño, pero ninguna entrevista.
Pero la semana pasada respondió a la petición de una entrevista que Dorothy Olding, su agente literario en Nueva York, le envío por la mañana temprano.
¿Espera publicar algún otro trabajo pronto?
Hubo una pausa.
“Lo cierto es que no sé cuando”, respondió. Hubo otra pausa, entonces El Señor Salinger comenzó a hablar muy rápido sobre cuánto estaba escribiendo, largas horas, todos los días, y dijo que no había firmado ningún contrato para publicar libro alguno.
“No pretendo publicar necesariamente a modo póstumo”, dijo, pero me gusta escribir para mí mismo.”
“He pagado un precio por este comportamiento. Se me conoce como un tipo de hombre raro y esquivo. Pero todo lo que hago es intentar protegerme a mí mismo y a mi trabajo”.
“Tan solo quiero que todo esto acabe. Es un intromisión. He sobrevivido a muchas cosas”, dijo en lo que iba a ser el final de la conversación, “y probablemente sobreviva a esto”.