lunes, enero 05, 2009

Año nuevo... (una tontada de relato)

El 1 de enero me desperté con resaca. Juro que no había bebido nada la noche anterior, cargado como estaba de antibióticos y analgésicos a causa de una gripe recién promovida a bronquitis aguda (no sé si existen otros tipos de bronquitis, llanas o esdrújulas). Por supuesto, el dinosaurio aún estaba allí, donde tenía que estar, y me miraba, como siempre, con sus ojos de resaca. El dinosaurio tampoco había bebido una gota de alcohol, estoy seguro de ello, pero él siempre tiene los mismos ojos de resaca milenaria al despertarse, cada mañana. Si hago memoria, desde la primera vez que lo vi a mi lado, hace décadas, siempre he dado por supuesto que ese despertar penoso del dinosaurio se debía a otro tipo de intoxicación no necesariamente etílica, a una especie de embriaguez crónica, provocada quizá por el exceso de días vividos, de días sumados unos a otros ya sin placer, como quien suma el humo de un cigarrillo más (cientos...) o una ginebra a otra cuando las bebe a oscuras en el salón de casa. Esto no era más que una hipótesis, desde luego, pero me parecía en cierto modo lógico que a su organismo le resultase difícil asimilar, madrugada tras madrugada, otro día más de vida como el único espécimen condenado a resistir a fuerza de literatura. Como digo, el dinosaurio me miró y yo miré al dinosaurio, incapaces ninguno de los dos de levantar siquiera la cabeza de la almohada. Estuvimos así mucho rato, en la misma postura que nos obligaba a miranos frente a frente, con los ojos entornados. Un esqueleto de luz comenzó a filtrarse en la habitación a través de la persiana, inundando la pared y dos tercios de la puerta. Durante horas la luz fue avanzando muy despacio en diagonal hacia los pies de la cama, se subió a la colcha, dibujó el volumen de nuestros cuerpos acurrucados y regresó debilitada a la persiana. Lo único que se escuchó en ese tiempo fue el aire convertido en silbido al recorrer el laberinto de mis pulmones inmaduros. A pesar de todo, el dinosaurio y yo seguimos mirándonos. Pude percibir como el sueño pesaba de nuevo sobre él y le hacía cerrar los ojos de tanto en tanto, hasta que su respiración terminó por hacerse aún más lenta y se quedó completamente dormido, digiriendo otro día absurdo. Cuando se despertó de nuevo, yo ya no estaba allí.

(He estado de vacaciones unos días y otra semana fuera de combate por culpa de la gripe. Os pido disculpas por mi ausencia y os agradezco los comentarios que habéis dejado aquí durante ese tiempo. Un fuerte abrazo a todos)

3 comentarios:

Txell Sales dijo...

Buen relato a partir del conocido micro del dinosaurio. Le has dado la vuelta y lo has alargado, adaptándolo a tu realidad de la gripe sufrida (no, la gripe, no es un adjetivo, sino un verbo). Me ha gustado mucho lo de las gripes llanas o esdrújulas. Magnífico juego de palabras.

Raúl dijo...

Parafraseando un chiste fácil, podría decirte aquello de; ¡joder, cómo ha cambiado el cuento!.
Qué tal andas de la gripe?
Abrazos.

y qué más da... dijo...

Txell Sales y Raúl: Es una tontada. El año pasado, por estas fechas, eché mano de Monterroso para hacer balance del 2007, y este año me he acordado y he vuelto a desempolvar al pobre dinosaurio que, como dijo Hipólito Navarro, ya está hasta las narices. Es en cierto modo (aunque como cuento no vale nada) mi declaración de propósitos pos-gripal para los días que quedan por delante. Me niego a seguir "ahí", en el mismo lugar que el dinosaurio, con resaca de los días pasados, todos.
Por suerte, ya me he recuperado de la gripe y la bronquitis, así que dejaré de delirar...

Frase de hoy

"Las palabras que prefiere el hombre corriente son las que permiten hablar sin tener que pensar". Dashiell Hammett.